«Muchas Doctrinas, muchos Enfoques; una misma Vivencia»
El Maestro dijo: "A los quince años, me aplicaba al estudio. A los treinta, mi opinión estaba formada. A los cuarenta años, superé mis incertidumbres. A los cincuenta años, descubrí la voluntad del Cielo. A los sesenta ya no podía turbarme ningún discurso. Ahora, a los setenta, puedo seguir todos los impulsos de mi corazón sin salirme jamás del buen camino". (Lunyu II, 4)
El Maestro dijo: "Solamente ilumino a los entusiastas; solamente guío a aquellos que arden por expresarse. Pero cuando he planteado un ángulo de la cuestión, si el alumno no es capaz de deducir a partir de él los otros tres, no le repito la lección". (Lunyu VII, 8)
■
El camino de la verdad es ancho y fácil de hallar. El único inconveniente
estriba en que los hombres no lo buscan.
■
El hombre noble conserva durante toda su vida la ingenuidad e inocencia propias
de la infancia.
■
Un hombre de virtuosas palabras no es siempre un hombre virtuoso.
■
El mal no está en tener faltas, sino en no tratar de enmendarlas.
■
El hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor.
■
Lo que quiere el sabio, lo busca en sí mismo; el vulgo, lo busca en los demás.
■
Solamente los sabios más excelentes, y los necios más acabados, no cambian.
■
Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla.
■
Oír o leer sin reflexionar es una ocupación inútil.
■
La naturaleza hace que los hombres nos parezcamos unos a otros y nos juntemos;
la educación hace que seamos diferentes y que nos alejemos.
■
Una casa será fuerte e indestructible cuando esté sostenida por estas cuatro
columnas: padre valiente, madre prudente, hijo obediente, hermano complaciente.
■
Mucho más excelente es la virtud del que permanece fiel a la práctica del bien,
aunque el país se halle carente de leyes y sufra una deficiente administración.
■
Se puede calificar de hombre superior el que primero pone en práctica sus ideas,
y después predica a los demás lo que él ya realiza.
■
La verdadera ciencia consiste en conocer que se sabe lo que realmente se sabe, y
que se ignora lo que en verdad se ignora. En esto consiste la verdadera
sabiduría.
■
El que sabe y sabe que sabe, es un hombre sabio. Síguelo. El que no sabe y no
sabe que no sabe, es un necio. Apártalo.
■
Si uno desea saber si un reino está bien gobernado, si su código moral es bueno
o malo, la calidad de la música podrá proporcionar una respuesta.